Andrea Markovits


Actriz-titiritera, Titiritera compañía Puppets In Transit, poeta, pedagoga diferencial, dramaterapeuta. Ha trabajado con diversas comunidades en el campo del teatro, el muñeco y la pedagogía alternativa. 

Muñecos en Tránsito por medio-oriente: una experiencia multicultural.


“Cuando el objeto se torna social,  adquiere sentido” / Roland Barthes



Descubrí hace algunos años la magia, valor e impacto del Muñeco,  objetos animados, mientras vivía en Israel a partir del año 2010. Pude conocer sus posibilidades frente al ser humano trabajando con ellos en el campo de la escena teatral, pedagógica, terapéutica y comunitaria. Recorrí Israel con una obra en itinerancia y pude comprobar el impacto en el público, de todas las edades, contextos y culturas. Tuve la posibilidad de trabajar junto a intérpretes árabes frente a diferentes públicos que se encantaron con las estéticas de los personajes y de su realismo.
­
Paralelamente, comprobé los beneficios del trabajo con muñecos en comunidades árabes, cristianas, judías y drusas con diversidad intelectual. Fui invitada a trabajar en el centro de Reuven Feuerstein en Jerusalem en muñeco terapia con personas con daños cognitivos, algunas víctimas de atentados, estrés post traumático y diversidad intelectual. Esta experiencia, me permitió poner en práctica metodologías y herramientas  que en un momento apliqué en Chile. De esta manera, Feuerstein conoció mi trabajo de forma directa y validó mi metodología. Estudié muñecos en la School of puppetry and drama de Tel Aviv y logré instrumentar técnicas y conocimientos que uní a mi experiencia en teatro y trabajo comunitario para crear junto a Polo Fernández, el grupo Puppets In Transit. En su primera etapa junto a una actriz israelí y más tarde una titiritera rusa,  con el cual dimos vida a algunos montajes que fueron para todos nosotros, una verdadera escuela en el campo del teatro de muñecos


Articular el trabajo con muñecos en la escena teatral­­, es un proceso que requiere estudio, práctica y toma de conciencia entre la relación del manipulador y el objeto para crear una simbiosis capaz de generar la magia en el público, de ver sólo un personaje en escena: el muñeco junto a sus múltiples metáforas, visuales y teatrales. En la escena teatral del muñeco no cabe la improvisación cuando se busca una perfecta manipulación, cuando se busca introducir al espectador en la dimensión estética y onírica del universo del muñeco. Pautas, secretos en la dirección y fundamentos técnicos de la manipulación, permiten al manipulador comprender el mapa corporal del muñeco. La sola elección de un tipo de muñeco es ya una elección dramatúrgica en sí misma. Esta opción no es ni debe ser azarosa cuando se busca que los signos del muñeco tengan sentido.



El por qué de trabajar con Muñecos
El títere es una palabras que se mueve” / Paul Claudel

Me preguntaban un día por qué el muñeco, dentro del contexto de trabajo de un nuevo montaje, Concert for the Peace, que estábamos ensayando en Israel. Por qué, me decían, no era una intérprete en danza o actriz, en vez de la muñeca quien encarnaba al personaje femenino, una mujer víctima del totalitarismo, y mi respuesta fue que el Muñeco, al ser un objeto inanimado, que toma vida en escena, pequeño e indefenso,  genera más empatía, más verosimilitud que un intérprete humano. Un público cuya visión política es  contraria a un gobierno militar será más empática con el dolor, con el sufrimiento y el despojo de derecho del muñeco que con el de la actriz intérprete. Y así fue. El día del estreno frente a una diversa audiencia, de diferentes nacionalidades y religiones, el Muñeco con su desgarrador dolor enmudeció a todo el público. En su doble función metafórica: visual y dramática, visual cuando no actúa y dramática cuando actúa. El muñeco ­­es una fiel representación del mundo real y del mundo imaginario.  La esencia del muñeco es metafórica. La metáfora surge, únicamente cuando la distancia entre la realidad material y la realidad virtual dramática, logra desaparecer en la mente del espectador.



Frente a la dimensión poética del dolor: el Muñeco y sus múltiples metáforas


¿Cómo objetos tan simples pueden tomar vida, traspasar códigos universales y entrar en la dimensión emocional del público? ¿Cómo un muñeco puede cambiar el sentir de un espectador?
La naturaleza frágil, estética y sutil de estos objetos animados, permiten poner en práctica el fenómeno de la complicidad del público con la obra, para lograr de esta manera la identificación. El muñeco y sus múltiples metáforas, en este caso, visual y teatral, permiten potenciar  e instalar discursos de alto compromiso social y político.  Fue el caso de nuestro montaje de muñecos para adultos sin palabras, el Concert for the Peace, estrenado el año 2013 en Israel, donde frente a una audiencia de distintas nacionalidades las interpretaciones fueron variadas, pero el proceso de identificación con los personajes, y por ende, el de la complicidad  frente al núcleo dramático de la obra fue similar a pesar de las diferencias culturales e incluso religiosas. Algunos sudamericanos, argentinos asociaron el montaje a su experiencia frente a la dictadura de Videla, inmigrantes rusos, señalaron que todo el montaje los remitió a las políticas de Stalin y el público israelí y palestino se identificó con su propio conflicto interno de poderes.




Una experiencia como voluntarios con niños víctimas de la guerra civil de Siria.
Fue noticia, el año 2013 estaban pasando a Israel a través de la Cruz Roja, niños, niñas y adultos víctimas directas de la guerra civil de Siria. Ante esa noticia que recorría a diario nuestros corazones, decidimos con Polo, mi marido y compañero del grupo ir a ofrecernos como voluntarios para visitar con nuestros muñecos a los niños. Cuando llegamos al hospital Sieff, en la Galilea, al norte del país, a minutos del kibutz en que vivíamos y a media hora de la frontera con el Líbano y Siria, nos encontramos con enfermeras que nos contactaron con el asistente social, Farah, un hombre joven de carácter fuerte y sonrisa rápida, que inmediatamente nos tramitó las autorizaciones para poder ingresar todos los días domingo a visitar a los niños en la sección de ortopedia. La mayoría de los niños con los cuales nos encontramos tenían mutilaciones, esquirlas en sus rostros y cuerpos e incluso algunos habían perdido la vista. Pedimos explícitamente que nuestras visitas serían exclusivamente para los niños Sirios, quienes por lógica, eran quienes más necesitaban la visita de los muñecos. Así fue que cuando comenzamos a subir al hospital, todos los domingos  nos íbamos encontrando con diferentes niños. Algunos estaban de tránsito por días, otros semanas, hasta que recibían el alta, entonces pregunté por una niña de 6 años que se había ido, la respuesta fue: volvió a la guerra, volvió a Siria. Sus identidades debían permanecer anónimas, para ellos era muy peligroso que se supiera que habían estado en un hospital en Israel. Muchos estaban huérfanos, situación de alta vulnerabilidad. Los mayores de doce años debían permanecer con resguardo militar. Entre las visitas, vi un día en pasillo como Farah paseaba en silla de ruedas a un chico de unos 13 años, con unos inmensos lentes oscuros en sus ojos. Me acerqué  a él y le pregunté qué le pasó al chico,  me respondió que había quedado ciego, una explosión le robó la vista. Mi primera reacción fue solicitarle trabajar con él y mis muñecos. Farah accedió y a la semana siguiente me encontré con mi pequeño nuevo amigo. Entré con nuestro muñeco, luego de ser revisado por el guardia militar de turno a la entrada de la habitación que compartía con otros tres adultos, también provenientes de Siria. Le pedí a una enfermera que me acompañara para poder traducir lo que en esta ocasión el muñeco debía hablar. Con todos los niños que visitamos nos comunicamos con un lenguaje visual y gestual, esta era otra experiencia sensorial. Es así como ingresamos Polo, la enfermera y yo. Me presenté, le conté que yo era sudamericana, que estaba viviendo en Israel y que trabajaba con muñecos y que quería presentarle a uno de mis muñecos, simultáneamente la intérprete enfermera le traducía al árabe. Así seguía yo con mi rutina, y poco a poco lograba sacarle sonrisas impensadas a este chico, a pesar de la gravedad de su condición. Me acerqué más y le pedí que tocara las manos del muñeco, sus piernas y cara. Su emoción fue notoria, y mi regalo fueron sus sonrisas. El niño, en estado de silencio visual, podía comunicarse conmigo y el muñeco. El niño sonreía no porque yo estuviera ahí, sonreía porque el muñeco le gustaba, porque le parecía cómico, porque el niño era tremendamente fuerte  frente al daño, lograba darse un espacio para sonreír, para sentir. Situaciones que podrían parecer imposibles, como presentarle un objeto tan visual a un niño ciego, se tornan desafío, magia y verdad. El niño “sin ver”, pero sí pudiendo oír, tocar, y encantarse con la vida, es sorprendido por un muñeco que le habla y lo hace sentirse feliz por un momento. Cuando me despedí escuché risas y frases en árabe de los adultos de la sala, sus compañeros, seguramente ellos querían también una función con los  muñecos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario