Psiquiatra chileno- venezolano
rancagüino, escribidor, ex-preso político.
URGENTE
No
deja de sorprenderme que los sectores progresistas de la Nueva Mayoría, que
gobernará la nación, al menos durante los próximos 4 años, no haya incluido en
su agenda programática una reestructuración a fondo de la televisión chilena.
La mala calidad de los programas no es
fruto de la casualidad. Tras ella hay un
trasfondo político perverso dedicado a atrofiar la mente de la ciudadanía, a
desarrollar algo opuesto a lo que implica poseer la calidad de persona, pues las personas piensan, aprueban,
disienten, tienen principios valóricos elaborados por su propio raciocinio, no
impuestos por padres o abuelos, las personas, unas más otras menos están
interesadas en poseer conocimientos, basados en su capacidad de analizar el inmenso bombardeo informático
que reciben en todo momento por la televisión, la radio, los periódicos y
libros. La función principal de esta
televisión comercial, decadente consiste en mantener a la población lo más
alejada posible del conocimiento o bien entregarle informaciones tergiversadas, tendenciosas o falsas. El conocimiento
por su propia esencia es subversivo, pero la subversión no consiste en tirar
piedras, a los dueños del poder económico les agrada ver encapuchados
desquiciados lanzando piedras. Lo que
ellos no toleran es la subversión de las ideas, un pueblo pensante y por lo
tanto con capacidad de crítica social, constituye para los magnates el mismo
demonio.
Por eso nuestra televisión es tan burda,
entrega sólo vacío. Proliferan los
programas destinados a idiotizar a niños, hombres y mujeres. Horas y horas de programación dedicados
propagar chismes, a prefabricar rencillas e infidelidades. Espero lector, cualquiera sea su sexo o su
edad que usted no vaya a pensar que los odios entre la Kenita Larraín y la
Fiera son reales, no, forman parte nada
más que de una vulgar patraña. No es tampoco casualidad que los chismes
ocurran casi siempre entre mujeres, forman parte de la misoginia, de la
discriminación sexual. Tampoco es
extraño que los enredos ocurran siempre entre mujeres poseedoras de un culo
descomunal y de tetas superlativas, por lo demás tetas y culos absolutamente
falsos, productos de esos mercaderes médicos dedicados a la cirugía estética
comercial. La televisión dedica gran
parte de su espacio a promover a la mujer como un objeto sexual, es decir a
prostituirlas. Mientras tanto los
escasos programas de contenido predominantemente cultural yacen recluidos a un
horario inhóspito fuera del alcance de la gran mayoría del público. Una buena parte de los programas humorísticos
es dedicada sólo a humoristas que no pasan de la altura de los genitales, con
chistes anunciados desde antes de que abran la boca. Exceptúo a humoristas serios como Coco
Legrand, Kramer y Bombo Fica. A menudo
se muestra a los homosexuales como parte de la degradación de los canales
televisivos, al recalcar en ellos nada más que lo referente a la
genitalización, banalizando de esta manera una condición humana. Por supuesto que también el deporte es relegado
sólo a una condición de mercancía. Es
muy raro que se transmitan eventos deportivos que se mantengan en el plano
amateur. Los deportistas se muestran proporcionalmente a los millones de
dólares que ganen.
Resulta urgente incorporar una nueva
estructura y filosofía televisiva al programa de gobierno de Michelle
Bachelet. Ello no se conseguirá
gratis, pero si los partidos políticos
progresistas, los movimientos sociales, los estudiantes, el mundo cultural y los
deportistas aficionados confluyen o manifiestan en todas partes su voluntad de
cambio, será posible mejorar este elemento tan importante de la cotidianidad
para que no siga achatando nuestras vidas y dañando, idiotizando a los
niños.
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