Jaime Yanes Guzmán

Discurso de Inauguración
Jornada “La Educación hoy….aportes desde la Complejidad”
Dr. Jaime Yanes Guzmán

Chileno, ciudadano de la Patagonia y, también, universal. Estudioso y  promotor de ka complejidad, poeta clandestino.
La “Academia de Estudios e Investigación Complexus Edgar Morín” (AEICEM) y el Instituto de Pensamiento Complejo (IPC) han llamado a esta Jornada que hemos denominado “La Educación hoy… aportes desde la Complejidad” con el fin de ayudar a enfrentar el nodo problemático que involucra a todos los sectores y actores de nuestra sociedad: abordar una reflexión profunda acerca del modelo de Educación que queremos darle a nuestras generaciones futuras.
Luchar en Chile y en Latinoamérica por una Educación de Calidad fundada en la mirada de la Complejidad, no es tarea fácil. La calidad ha sido abordada por los “expertos” en Educación sólo desde una perspectiva tecnócrata, ingenieril-lineal-economicista como si se tratara de una propuesta dependiente de la exclusiva falta de recursos. Esta visión tiende a consolidarse peligrosamente con la suposición que colegios y universidades con altos niveles de recursos serían capaces de entregar una 'educación de calidad'; y que aquellos que no tendrían suficientes recursos no podrían alcanzarla. Por lo tanto, la suposición es que de la mano de una reforma tributaria y de una buena distribución de esos recursos económicos extraordinarios, las cosas cambiarían radicalmente.
Otra de las medidas que se toman en busca de una calidad es la imposición de rígidas pruebas de diagnóstico estandarizadas para la evaluación del desempeño docente y de los estudiantes. Dichas pruebas están siendo descalificadas tanto en los EE UU como en Gran Bretaña y México[1] La gran mayoría de los estudiantes británicos no pasan por pruebas estándar, y cuando las aplican es sólo para hacer una evaluación de la vida escolar a través de muestras. Los excesos de pruebas estandarizadas ya en desuso no mejora el aprendizaje de los alumnos ni mide la calidad docente. El Premio Nacional de Economía en los EE UU, James Heckman denunció que esta política llevo a las escuelas a asegurar que los niños “terminarán aprendiendo sólo lo que les será testeado”, transformando el proceso educativo en entrenamientos para dichas pruebas, lo que mostraba el fracaso de la política estadounidense en educación.
El test SIALS en una encuesta de alfabetización de la población adulta que consiste en un examen en que a los alumnos se le muestran algunos párrafos simples para medir comprensión de lectura o aplicar problemas aritméticos sencillos. Según Waissblut (2010)  en Chile, el 92 % de los adultos con educación superior terminada no entienden completamente lo que leen. Es decir, sólo un 8 % de los chilenos de educación superior comprende lo que lee y resuelve problemas aritméticos básicos.
De acuerdo a los resultados de la PSU, algo más de siete mil estudiantes, es decir, casi un tres por ciento de los que rinden esa prueba obtienen un porcentaje superior a setecientos puntos, el nivel requerido para las así llamadas “universidades exigentes. Pero para que un alumno obtenga 700 o más puntos pasa por lo general por los mal llamados pre-universitarios. Pero, según este autor, estos “pre-universitarios” no garantizan una adecuada formación, “sino que enseñan trucos, técnicas y temas más frecuentes y útiles para la PSU. Sin ellos, los resultados en las familias acomodadas serían aún perores. Los pobres no van a un “pre-universitario”. Pero lo que agrava esta situación es que la línea divisoria de los 700 Ptos., siguiendo al mismo autor, “equivale solamente a 54 % de respuestas correctas” (idem). Y por supuesto, como resultado de lo anterior sucede que cuando un estudiante de 700 o más puntos, considerado de resultado de excelencia en Chile quiere ir a estudiar a una universidad prestigiosa del mundo desarrollado, tendrá serios problemas para ingresar. (93). Y la pregunta es por qué las mejores escuelas de Chile no llegan a los estándares internacionales requeridos para el desarrollo, la globalización y la equidad (97). La conclusión es que los buenos resultados de estos exámenes estandarizados no nos aseguran que tenemos buenos alumnos en términos de educación de calidad. Y esto es válido incluso para todas las universidades, incluidas las llamadas “universidades exigentes” que se llevan casi todos los alumnos de 700 o más puntos a sus aulas.
Casassus tiene el mérito de haber hecho girar el eje de las dificultades para desarrollar una educación de calidad y equidad desde los factores externos a la escuela a los internos, sin menospreciar lo que fuera de ella la condiciona. Factores como la infraestructura material y tecnológica, las características y percepciones de los diversos actores en ese proceso, como los padres, profesores, autoridades, alumnos, etc., el microcosmos escolar, la gestión educacional, el origen social, el barrio, los ingresos de los padres, etc. no deben seguir entendiéndose como los que definen la igualdad y la equidad en la educación.
Esto implica, según este autor, que son las relaciones entre profesores y alumnos, entre tutores y aprendices, entre otras, las que generan los avances o retrocesos en la igualdad o desigualdad en el aula. Hay que centrar el éxito o el fracaso educacional en factores internos de la escuela, entendiendo que el aula es un lugar donde se produce interacción entre personas, entre tutores y aprendices, profesores y alumnos.
La calidad de la educación se resuelve en la sala de clases, pero depende de que el modelo pedagógico asuma la mirada de la Complejidad que atraviesa todas las problemáticas actuales (cambio climático, agotamiento del modelo económico, crisis de las instituciones políticas y religiosas, depredación de los recursos naturales, entre otros). Entonces la calidad no se resuelve sólo haciendo ajustes cuantitativos, inyectando una mayor cantidad de recursos mejorando la relación inter-subjetiva tutor-aprendiz. Esto es una simplificación que nos llevaría en el corto tiempo a obtener similares resultados a los que se intentan corregir.
Este es un problema que abarca dimensiones más complejas, habla de la necesidad de un cambio civilizatorio, de la revisión del paradigma tradicional cartesiano, de la aplicación de un enfoque epistemológico diferente, de una forma de pensar integradora -no sólo la Ciencia-, sino también de lo que piensan las personas en su vida cotidiana. Se requiere otra manera de 'estar en el mundo' y esto depende de la Educación de las nuevas generaciones. Para ello, es determinante responder a la pregunta: ¿"quién y cómo se educará a los educadores"? que viabilicen ese cambio. La Educación ha de acompañar al conjunto de hechos sociales que son empujados por la expresión de los Movimientos Sociales que rechazan esta manera de educar, de hacer política, de producir riqueza, de atropellar y excluir las minorías, de maltratar la Naturaleza. Hace falta gestar el surgimiento de nuevos liderazgos que promuevan un modelo de poder diferente, y ello ha de lograrse desde el ámbito educativo, principalmente, con un cambio paradigmático. Ese es el objetivo de esta Jornada que hoy comenzamos.

Muchas Gracias

Santiago, 14 de enero 2014





[1] La Jornada, México, Viernes 31 de diciembre de 2010 

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